miércoles, 14 de noviembre de 2012

Periodismo, manipulación y propaganda

Llevo tiempo dándole vueltas a si debo o no salir a la palestra sobre algunas cosas que están pasando en nuestra profesión y que hacen que se esté dibujando un nuevo panorama en esto del mundo mediático. Los nuevos aires de esta profesión están sepultando los viejos valores de los contadores de la historia que éramos antes. Entre la crisis, que está poniendo a miles de compañeros en un paro casi sin remisión, y estas modas de hacer lo que ahora llaman "periodismo de autor", están destruyendo algunos valores que  siempre hemos tenido a gala y que ahora parecen pasados de modas, anticuados o viejos. Lo que no se dan cuenta es que esos principios han servido para cimentar una cosa que hoy y siempre valdrá en esta profesión, que dan valor, que dan la razón de ser: la credibilidad.

A nuestra profesión están llegando nuevas gentes, que no tienen que ver con el oficio de escribir, relatar o dar a conocer lo que sucede. Son gentes de lápices afilados, de herramientas contables, de números y de rentabilidades que en muchas ocasiones poco tienen que ver con contar la verdad, con relatar lo que pasa sin mirar el color de la cuenta de la resultados y con que siempre resplandezca el servicio que prestamos a la sociedad. Todo eso está cambiando y eso es muy  triste y casi no tiene escapatoria.

Aquella vieja frase de "los hechos son sagrados y las opiniones libres" parece que no se cumple con esto nuevo del "periodismo de autor", ¿no será una manera de permitir que se mezcle lo que pasa con lo que ese pinturero autor quiere que suceda? ¿Se pararon a mirar las primeras páginas de los periódicos nacionales el día previo a la huelga? ¿Hicieron lo mismo al día siguiente? ¿Los analizaron fríamente? Después de haberlo hecho, los que se consideren periodistas de hoy, ¿siguen pensando que ejercen el mismo oficio que los que titularon en ABC, La Razón, El Mundo o El País?

Antes vendíamos noticias a nuestros jefes para que tuvieran un buen tratamiento en primera. Hoy algunos las escriben ya vendidas a un postor con objetivos concretos y buscando resultados espurios. Y las colocan donde quieren para lograr su objetivo. Confunden periodismo con propaganda, de lo que sea, y se convierten en jaleadores -por utilizar una palabra nuestra- pero no ejercen de periodistas. Son otra cosa.

Pero bueno, esto es solo un blog, una reflexión de un viejo periodista, que algunas veces se hace cruces con lo que lee, oye o ve. Que dice muchas veces dice "no es eso" cuando se enfrenta al quehacer diario. Podría seguir divagando sobre esto. Pero no se si me está dando asco o pena. Vamos a dejarlo.

lunes, 7 de mayo de 2012

A César lo que es de César

El domingo por la tarde la voz de César Fernández-Trujillo de Armas se apagó, se ahogó en una garganta que había producido millones y trillones de palabras construidas en un sinfin de programas radiofónicos en los que destaca la versatilidad de sus opiniones, o "las guachafitas" -juegos de palabras y ocurrencias varias- que tanto le gustaban a la hora de sintetizar sus pensamientos etéreos.

Era grande en su trabajo. Lo sabía hacer por intuición y disfrutaba cuando se ponía delante de un micrófono. Lo hacía en la intimidad de un locutorio y en el escaparate de un escenario en las múltiples fiestas, presentaciones o veladas verbeneras a las que acudía con la profesionalidad de un maestro de ceremonías metido totalmente en su papel.

Trabajar junto a él te daba otra dimensión de la profesión. Siempre tenía a punto la reflexión ingeniosa, el golpe ocurrente sobre lo que acontecía y además respetuoso. Tranquilo, desapasionado y casi con un punto de bohomía. ¡Qué tio más legal! ¡Qué manera de criticar sin molestar! ¡Qué forma de decir sin ofender y casi arrancando una sonrisa por la ocurrencia!

En alguna ocasión le picábamos para que fuera más mordaz en sus análisis en El Remache, la primera tertulia radiofónica en la que analizábamos la vida política y que estaba formada únicamente por periodistas en activo y que durante años dirigí. Aquel grupo de profesionales expresaban en voz alta lo que querían, unían sus informaciones a sus opiniones y conformaban unas reflexiones en voz alta que aglutinó a una audiencia deseosa de oír lo que decían Ricardo Acirón, Jorge Bethencourt, Paco Perez, Leopoldo Fernández y el propio César Fernández. Vivimos de todo en aquel locutorio del cuarto piso de la calle de La Carrera en la que cada noche de 9 a 9,30 salíamos al aire. Desde presidentes autonómicos ofuscados con nuestros comentarios a políticos de toda categoría celosos de no ser más objeto de comentario. Y César jugaba a las palabras cuando le tocaba o se enervaba con el sarpullido de pleito. Era un estilo del estilo.

El domingo por la tarde decidió que debía volver a ver a Tere, su mujer de toda la vida y que hacía mucho tiempo que le dejó en soledad. Y se fue a buscarla. Yo hoy prefiero pensar que lo hizo sin decir nada a nadie, sin molestar ni a sus hijos que fueron a buscarlo para salir a comer. En el entierro del lunes un amigo común, al que Dios no conduce por la senda de la diplomacia ni del buen gusto, intentó chafarme esta foto virtual de la marcha de César, pero he decidido borrarla de mi mente. Quiero pensar que se fue plácidamente, tal y como lo vi en la noche del domingo cuando recé junto a su cadáver y cuando le dije, telepáticamente, que nunca había imaginado verlo así y verme a mi. En esa conversación mental volvimos a hablar de la fonoteca que nunca vamos a terminar. No me decía nada especial, le recordé que habíamos quedado para el día siguiente en el que le entregaría la sintonía que me había pedido y los pies de micro del recuerdo y le pregunté qué hacía yo ahora con todo eso. Todavía no me ha contestado.

Hoy lo sigo llorando y a pesar de que no nos veíamos todos los días, ni todas las semanas, ni siquiera todos los meses, el simple hecho de saber que ya no está me hace echarlo de menos. Y no puedo seguir, porque tengo que deshacerme un nudo que me está ahogando.

Esto es un tributo al César de la radio, al amigo, al compañero, al maestro...

lunes, 23 de abril de 2012

Acojone general

Es curiosa la metamorfosis que todos estamos sufriendo con la llegada del PP al poder. Hasta mediados de diciembre todo era culpa de Zapatero y los suyos, pero desde la toma de posesión de Rajoy estamos permanentemente protegiéndonos de posibles zarpazos, sin que acusemos a nadie de los golpes que reciben nuestros bolsillos, a cuenta de la subida del IRPF o del IBI, de los recortes de sueldos, de las rebajas en las prestaciones sociales. Todo se incrementa menos los sueldos. Están prodigando el debate de la escasez y promueven la idea de que gastar es sinónimo de insolidario, malvado o demente. Y todo eso nos lo estamos tragando igual que aquel aceite de ricino que nos daban en épocas pretéritas para curarnos "de estómagos sucios". Hoy hay estómagos que no tienen de nada.
En ese ambiente de precariedad, de dar las gracias por trabajar, de casi sentirnos en deuda con los patronos por hacer más tareas por igual o menor sueldo, de que los bancos estén más vacíos que la cabeza de Belén Esteban, se está desarrollando una cultura de no hagas nada nuevo que es peor.
Se sacaron de la manga una reforma laboral que más parece una cacería al empleado con trienios o una campaña de exterminio al trabajador con más antiguedad para cambiarlo por un becario, un joven sin experiencia, o incluso un adulto cuyo contrato sea más barato y sin tanto coste laboral, y que un día, para decirle adiós, no hará falta ni decirle que está despedido ni que recoja su finiquito.
Haga un ejercicio de agudeza visual. Mire a los que se encuentre por la calle. Fíjese en sus rostros, de los que se vaya encontrando.¿No le parece que todo el mundo va más triste que antes? ¿No tiene la sensación de que hemos perdido hasta la alegría?
No es que diga que la culpa es del PP, pero ellos están detrás de muchas de estas sensaciones, con sus tomas de decisiones, con sus reformas, con su poder, con las cosas que cada día -y más los viernes- están haciendo.
Entre lo que ellos quieren y lo que le obligan las circunstancias están generando un estado catatónico y lleno de acojone para todos los ciudadanos. ¿A qué será lo próximo a lo que le metan mano? Parece que tienen todas las papeletas los medios públicos.
El siguiente objetivo es la radiotelevisión pública, la del Estado, porque la de aquí ya hace su papel servilista al que detenta el poder canario y además nunca se ha visto libre ni de los políticos ni de sus amigos.
El PP ganó las elecciones con una televisión pública que ahora dicen que les es hostil. ¿Pero quien lo dice? Los paniaguados que esperan que les caiga algo porque vegetan en medios en los que han hecho propaganda en vez de información. Y también lo dicen políticos del propio PP que anhelan totalitarismo y no quieren confrontar sus ideas porque son tan pobres de mente como escasos de talante e ideología.
He visto, leído y oído a algunos de esos decir que se alegraba de la suspensión de la serie "Cuéntame" porque según su corta visión contaba la historia de los Alcántara desde el prisma socialista. La operación física no le curó el estrabismo político que padece. Hoy vegeta entre los suyos y acepta migajas de otros para no perder comba mediática. Pero es sólo la muestra conocida de unas larvas que van tomando el cuerpo. Sólo de pensar que eso se extienda es lo que a algunos nos tiene acojonados. Eso y el contexto económico que los suyos están generando.

miércoles, 28 de marzo de 2012

La cobardía de los que hablan de Encarna

Los lenguines de Sálvame llevan tiempo destripando la figura de Encarna Sánchez, una comunicadora de los años 70 y 80 que murió en abril del 96 después de padecer un cáncer que la mantuvo apartada de los micrófonos y de la sociedad en los últimos meses de su vida. El dibujo que algunos de estos personajes hacen de Encarna lo realizan con la seguridad que la afectada no va a venir desde el otro mundo para contestarles ni para contrariarlos. Muchos de los que hablan de Encarna ni la conocieron y otros se aprovechan de su muerte para tresgiversar unas viviencas a su modo y manera.
Los que conocimos a Encarna, que primero fue de noche y luego de tarde, supimos y vivimos algunas de estas historias y para nada sorprendían. Tenía un equipo completamente de mujeres, se le conocían sus inclinaciones sexuales y se convivía sin ningún tipo de problemas. Su gran fama coincidió con su presencia en la cadena Cope, que por aquel entonces tenía una programación y unos valores mucho más arraigados en la Iglesia Católica de lo que hoy puede tener su ideario, ya que no en vano la presidía un obispo y la presencia e influencia de la Conferencia Episcopal era más notable. En su equipo todos conocimos a Pedro Pérez, "el hombre masa", que recorría la redacción moviendo sus más de cien kilos y procurando los contenidos necesarios para que Encarna siguiera poniendo su manera exclusiva de ver la realidad.
Encarna tenía sus cosas; siempre las veía desde su exigente punto de vista y concitaba odios y seguidores por igual. Su particular modo de ver las cosas le ocasionó más de un disgusto. Por ejemplo, haciendo el programa "Encarna de noche" en la emisora estatal "RadioCadena Española" le pilló la noche del 23F y el asalto de los guardias civiles al Congreso de los Diputados. Encarna hizo aquella noche su programa y de vez en cuando daba paso a la unidad móvil diciendo "vamos ahora a saber cómo sigue lo del Congreso que ustedes saben está tomado por guardias civiles. Claro el país va mal, todo va mal, alguien tiene que hacer algo..." Claro aquello le motivó un cese fulminante. Al día siguiente ya no hubo más Encarna. Se fue a Sudamérica y regresó al cabo del tiempo para trabajar en la Cope en dos facetas diferentes. Una de noche, bajo el mismo título y otra por la tarde como Directamente Encarna.
Siguió siendo ella. Azote de socialistas y gentes de izquierda y condescendiente con los de Alianza y demás especímenes de la fauna política de entonces. Le temían y nadie quería enemistarse con ella. Tenía mucho genio y no dejaba pasar ni una y por encima de todo reclamaba siempre su imagen. Como muestra un botón. No recuerdo qué año fue pero Santa Cruz me encargó que invitáramos a alguien de la Cope para ser jurado de la Gala de elección de la Reina del Carnaval y pensé que podría ser interesante traer a Alejo García, otro de esos monstruos salido de Radio Nacional y haciendo en la cadena de los obispos un programa en la que los oyentes entrevistaban a los personajes de la época a través de llamadas telefónicas, un formato que impuso él. Alejo fue el que dio la primicia de la legalización del Partido Comunista el viernes santo de 1977. Pues a lo que íbamos, invitamos a Alejo que siempre estaba presto a un viaje y a pasarlo bien; no puso ninguna objeción. Pero el destino hizo se regate y dos días antes de venir su señora madre se pone enferma y muere. Llama, lo explica y se disculpa. Por aquello de que el puesto no quedara vacía se me ocurrió llamar a Encarna creyendo que le haría ilusión venir al Carnaval de Santa Cruz. Incauto de mí. Aún recuerdo parte de aquella conversación desde un teléfono en la plaza de toros y la dureza de Encarna para decirme que ella no era segundo plato de ninguna mesa. Que si habían preferido a Alejo que se fastidiaran y que o se le invitaba a ella de entrada o no había forma y que qué me había creído yo para llamarla después de lo de Alejo aunque se tratara de la muerte de su madre. ¡Qué genio de tía!
Por supuesto que no vino y aunque luego hablamos en alguna ocasión de este incidente siempre me recriminó que no fuera ella la primera elección. Hace ya 16 años que la mujer murió, pero una serie de zánganos, venidos a menos y que tienen que buscar el enfrentamiento personal para subir la audiencia se empeña cada día en exhumar su recuerdo y vincularlo a pasajes escabrosos, a amenazas, a devaneos sexuales múltiples y a relaciones con folclóricas. Todo eso era conocido entonces, pero unos pocos viven de denunciarlo hoy.
Y todo lo hacen por el share, engordando un tema y conociendo que la susodicha no les va a poder llevar a los tribunales e incluso llamar mentirosa a más de una. De ahí el título de hoy.

domingo, 11 de marzo de 2012

Las angustias de hoy

Bueno prometo que no volverá a ocurrir esto de estar tanto tiempo sin escribir estos canutazos. Pero han pasado algunas cosas en este tiempo que me han impedido acudir a este rincón a desahogarme y a contar vivencias y pensamientos. Algunas cosas vale la pena contarlas, otras se quedan en esa zona cerebral en las que van y vienen, en las que aparecen cuando deseas dormir y te desvelan sin remisión. En fin, las cosas de la vida.
Todos coincidimos que no son buenos tiempos para el periodismo, para los que se dedican a la prosa o para los que queremos seguir viviendo de contar cosas.En este tiempo he tenido que ir a los juzgados a reclamar y allí he visto una sala que nunca aparece en los medios. Una sala de espera diáfana con rayas horinzontales en diversas tonalidades de grises que al poco tiempo de pasear arriba y abajo te marean y te trasponen. A primeras horas está llena de trabajadores nerviosos que esperan una solución a su despido, de abogados que repasan su defensa para esos despedidos o para el empresario que firmó las cartas en las que terminaba la relación laboral. También se encuentran algunos de esos empresarios. Y hay mucho desasosiego y ansiedad y frustación y sobre todo negros nubarrones de futuros inciertos.
La sala se va vaciando poco a poco. Hay acuerdos y vistas celebradas. Hay declaraciones y propuestas de entendimiento. Y a medida que eso se va produciendo se van. La mayoría a casa a explicar qué ha pasado. Otros a seguir con lo mismo, con lo de los despidos.
Lo que vi aquella larga mañana allí no lo he visto reflejado en ningún medio. Pero más difícil es relatar lo que uno siente mientras espera. ¿Qué pasará? ¿Porqué el acuerdo lo hablan los abogados y a uno se lo presentan en el último momento? ¿Tengo suerte porque en vez de llegar a un acuerdo para irme me proponen quedarme? ¿Porqué hemos tenido que llegar hasta aquí y no han reconocido todo esto en las conversaciones en la empresa?
En fin, fruto de aquel acuerdo hoy comienzo un tiempo de radio en la casa en la que hice eso mismo durante once años. De ser subdirector de una emisora ya líder con diez horas de programación propia y con un modelo de forma de hacer las cosas pasamos a una en la que solo haremos tres horas de programación y en la que el escaso personal tiene otras competencias.
Esta es la parte que vale la pena contar. La otra, la que no cuento, es la que me desvela. Pero se la pueden imaginar. ¿O no?

jueves, 12 de enero de 2012

Culichiche no es sinónimo de informador

Llevo días pensando en darle forma a este canutazo. Nunca he sido partidario de "meterme" con otros compañeros y siempre he decidido que lo que haga cada uno es cosa personal. Mis dudas me las planteaba cuando esos presuntos colegas hablan de uno colocándolo aquí o allí, ejerciendo la crítica ante lo que supuestamente uno hace, o deja de hacer, o lanzan infundios a la inmensidad de la red sin ningún tipo de recato, arropándose con un manto de entendido que raya en la estulticia.

Creo que lo primero que tengo que explicar, por si alguno de los afectados lo desconoce, es que según el Diccionario del habla canaria de Marcial Morera, que la palabra culichiche tiene dos acepciones y ambas nos vienen al pelo para expresar lo que hoy queremos en este blog. Según se explica culichiche es persona que lleva y trae chismes y también se emplea para definir a persona despreciable, por aduladora y rastrera.

Ya tenemos pues una parte de lo que tenemos que decir hoy; la definición de culichiche en nuestro habla. Vamos ahora con la casuística de la referencia de hoy. 

Hace tiempo que leo y escucho bulos e invenciones sobre mi futuro profesional. Los que me llegan de viva voz los hablo y les doy cuántas explicaciones me soliciten, pero luego están los otros, los que escriben de oídas, sin contrastar, sin hablar con el que da nombre a la noticia. Si una información no lleva fuente no llega ni a la categoría de rumor, es poco menos que un chisme. Por tanto el que lleva y trae chismes, ¿como se llama en canario? Y es evidente que si un chisme no es noticia el que la escribe no puede ser ni informador, ni comunicador, ni ninguna de las zarandajas esas de las que se reviste algunos de estos personajes fracasados en lo suyo y que quieren aparecer como "editores de información".

Es bueno y enriquecedor poner ejemplos prácticos de lo que estamos hablando. He leído en estos días crónicas y valoraciones de determinado encuentro entre un empresario de la comunicación y el presidente del Gobierno en un conocido restaurante tinerfeño. Días después, en esas mismas páginas se contaba el ambiente dicharachero de los comensales, de lo que hablaban, de los brindis y del buen rollito que se respiraba en aquella mesa. Y nada de esto había sucedido. Ni los personajes comieron juntos, e incluso uno de ellos lleva bastante tiempo sin aparecer por el lugar, ni hablaron de nadie en concreto, ni aquello había sido una sobremesa de tertulia empresarial-política. Lo más parecido a ello fue una comida del empresario con su gente para clausurar una sociedad que compartían una serie de gentes que nada tienen que ver con la política, al menos de momento. Pero el resto de los mortales no tendrá nunca una disculpa, ni una explicación, ni una rectificación. Nada de eso, se quedarán con idea de que hubo una comida...

Vamos con otro ejemplo. Un tal Almagro, polifacético comercial mediático, que escribe desde hace tiempo una sección sobre las gentes de los medios de comunicación que es un compendio de chismes, rumores y noticias -estas últimas recogidas en un corta y pega de otros sitios webs- y con eso se da un pisto de entendido en la materia que te cambas y eludiendo la línea que hay entre información y opinión.

He escrito un tal Almagro porque bien es cierto que tengo un conocido llamado Francisco Almagro pero, una de dos, o ha cambiado tanto en los últimos tiempos que no lo conozco o tiene doble cara y personalidad y ante uno se presenta de un modo y después actúa de otro. Creo que alberga en su fuero interno un buen poso de envidia y eso le lleva a ser poco de fiar en su comportamiento.

Este personaje en su columna semanal escribe lo que oye. De mí en concreto ha escrito no se cuántas veces y de todo, me ha colocado en tantos sitios que alguna vez tendrá que acertar, pero nunca, insisto, nunca me ha llamado para contrastar o para saber qué le podía decir de lo que él sabía o le habían contado. Este es otro de los que escribió de la famosa comida antes relatada y también desbarró en cuanto a los que estaban y lo que allí se habló -cosa que yo tampoco se, porque no estuve, pero si he llamado y hablado con algunos de los protagonistas- y termina su alucinación colocándome en no se qué proyecto.

Pero abundo más con este Almagro. Nunca ha escrito nada favorable a la Casa en la que aún trabajo, resalta como puede todo lo que encuentre por ahí de negativo y si puede ridiculiza nuestras iniciativas. Pero eso sí, luego viene a cortejarnos babosamente cuando quiere algo o cuando alguien de esta Casa -y lo han hecho- lo pone en su sitio mirándole a la cara. A este personaje le van totalmente las dos acepciones de la palabra culichiche. Porque lleva y trae chismes y bien que sabe adular a los que a él le interesan.

Hay más gentes en este retrato, predicadores de radio y televisión, columnistas quejicas de su destino, fracasados que ejercen su matonismo en digitales sin credibilidad y toda una prole que han confundido los términos y que desconocen que lo de periodista tiene una definición y unos códigos de comportamiento y de cumplimiento que ellos no acatan; bien porque ignoran lo que significa la ética de esta profesión o porque la rectitud no ayuda a sus espurios intereses. Creo que este oficio les viene muy grande y que ni de lejos van a conseguir llamarse informadores, por mucho que se empeñen en asustarnos con la difusión que tienen sus gruñidos.

miércoles, 4 de enero de 2012

Oraciones y plegarias de un descreído

El título de hoy podríamos dividirlo en oraciones (como obra de elocuencia, gramatical o ruego que se hace a Dios o los santos)  y las plegarias (como ruego con manifestaciones y demostraciones exageradas para que se conceda algo que se desea). Porque de eso estamos en estos días.

Por ejemplo. Las cifras del paro correspondiente al mes de diciembre y conocidas este martes ponen de manifiesto que los augurios se han quedado cortos, que todo lo que hemos oído de lo que se avecinaba es posible que hay sido el enunciado de una previsión que se torne en más negra aún.

Y ahora vienen las oraciones, enmarcadas en las excusas, las valoraciones, las declaraciones y hasta en los canutazos de todos los relacionados con este asunto ya sean profesionales de la economía o cargos políticos que desarrollan su labor en esa área. En Canarias tenemos 10.949 parados más que el año anterior, una cifra que empeora el balance del ejercicio anterior y que eleva la lista autonómica de desocupados a 265.569. Eso en un mes que tradicionalmente se incrementa el número de contratos en comercios para atender la demanda del consumo. Ni eso. A pesar de rozar el lleno en los hoteles durante la primera semana de diciembre, a pesar de tener una ocupación alta en las Navidades, a pesar de que en varios de los aeropuertos canarios no había ni un sólo coche de alquiler sin contrato, a pesar de que la esperanza de la llegada de Rajoy y los suyos hacía presagiar que los nubarrones se tornaban en luminoso amanecer.

Y para explicar lo que difícilmente tiene manera de ser entendido hemos oído de todo. Desde un presidente del Gobierno, el nuestro, que dice que aquí escapamos algo mejor, a tirarle de las orejas a los empresarios turísticos por racanear contratos de trabajo. Dice Paulino Rivero que hay que "fidelizar a quien viene y para eso hace falta un buen servicio, profesionalidad y el número de trabajadores adecuados para que ese servicio sea bueno porque eso querrá decir que en el futuro se estará garantizando que quien viene pueda repetir". Y en ese trance yo me imagino al probo trabajador de un hotel arrodillarse ante el huésped que se va y con las manos en posición mariana decirle al viajero "vuelva pronto, por favor, señor turista, que me va el empleo en ello, vuelva, no piense en otro destino. Sepa que si se va a otro sitio de vacaciones tendrá sobre su conciencia mi despido".

Luego están las otras valoraciones. La CEOE de Tenerife diciendo que "hay que recuperar la confianza, la financiación y el consumo en un marco de eficiencia". Qué bonito, que idílico. No hay confianza porque no hay dinero, o lo que es lo mismo, falta financiación porque hoy entras en un banco y no te dan ni conversación y todo eso lleva a una carencia en el consumo en el que te da lo mismo si el que te atiende lo hace con eficiencia o sin ella. Entre otras cosas porque no hay perras para hacer el consumo que se hacía antes.

Luego tenemos a la Cámara de Comercio pidiendo estímulo a la creación de empresas, cuando lo que está sucediendo es todo lo contrario, que todos los días cierran pequeñas, medianas y hasta grandes empresas. Un poco más adelante de su comunicado, que podrían repetir cada mes, hacen una apología del contrato único como si la solución al paro fuera la libertad en los despidos.

Y eso es todo lo que tenemos de reacciones. Nada nuevo bajo el sol. Ni una sóla idea que revolucione o encandile el porvenir. Nos entretienen con declaraciones pomposas, con frases hechas que quedan bien pero no dicen nada y que muchos de los que las pronuncian desconocen hasta su significado. Porque, ¿qué significa en un sitio como Canarias, con más de 265 mil desempleados, hablar de políticas activas de empleo?

Los únicos que han encontrado empleo en los últimos días son los del PP y más aún si son del núcleo duro de Soria y además de Las Palmas. El resto espera entregando curriculums para ver si dan el perfil en algunos de los puestos que quedan vacantes tras el triunfo electoral. Una familia de Las Palmas acumula más cargos gubernamentales que toda una provincia. En un arrebato de demagogia podríamos decir que hay muchas familias que tienen a todos sus miembros en paro, pero en una, sola en una, dos de sus miembros son altos cargos del Gobierno de la nación.

Insisto en que es un arrebato de demagogia y desde ahora mismo encargo una novena a San Soria, patrón de los nombramientos, para que me perdone por mis desvaríos y me ilumine por la senda del equilibrio y la paridad y no me deje caer en la tentación del pasotismo, de la bobería simplona o del tiralevismo, pecados estos a los que se han entregado algunos de mis compañeros en la búsqueda o esperanza de ver qué les puede tocar en ese reparto de puestitos oficiales.

Hago propósito de enmienda y espero el castigo por mis pecados de pensamiento y expresión, aunque esto no es nada comparado con la postura de ermitaño que de un tiempo a esta parte, casi desde que es vicepresidente del Gobierno, está viviendo José Miguel Pérez que según dicen sigue siendo el secretario general de los socialistas canarios, aunque no aparezca. Si buscan en Google verán que su última aparición pública fue el 22 de diciembre y habló para felicitar a Soria por su nombramiento "en lo personal". Y ya está. Ni hay valoraciones a lo del Bachillerato en tres cursos, recuerden que él es el consejero de Educación, ni a los recortes del día 29, ni a los manifiestos de las gentes de sus partidos, ni siquiera a felicitarnos las pascuas.

Así nos va. Por cierto, feliz año a todos, incluidos políticos, banqueros y bancarios y muchas gracias a los que me han dejado sus comentarios en este blog. A todos los tendré en cuenta y los incluiré en mis plegarias.