jueves, 12 de enero de 2012

Culichiche no es sinónimo de informador

Llevo días pensando en darle forma a este canutazo. Nunca he sido partidario de "meterme" con otros compañeros y siempre he decidido que lo que haga cada uno es cosa personal. Mis dudas me las planteaba cuando esos presuntos colegas hablan de uno colocándolo aquí o allí, ejerciendo la crítica ante lo que supuestamente uno hace, o deja de hacer, o lanzan infundios a la inmensidad de la red sin ningún tipo de recato, arropándose con un manto de entendido que raya en la estulticia.

Creo que lo primero que tengo que explicar, por si alguno de los afectados lo desconoce, es que según el Diccionario del habla canaria de Marcial Morera, que la palabra culichiche tiene dos acepciones y ambas nos vienen al pelo para expresar lo que hoy queremos en este blog. Según se explica culichiche es persona que lleva y trae chismes y también se emplea para definir a persona despreciable, por aduladora y rastrera.

Ya tenemos pues una parte de lo que tenemos que decir hoy; la definición de culichiche en nuestro habla. Vamos ahora con la casuística de la referencia de hoy. 

Hace tiempo que leo y escucho bulos e invenciones sobre mi futuro profesional. Los que me llegan de viva voz los hablo y les doy cuántas explicaciones me soliciten, pero luego están los otros, los que escriben de oídas, sin contrastar, sin hablar con el que da nombre a la noticia. Si una información no lleva fuente no llega ni a la categoría de rumor, es poco menos que un chisme. Por tanto el que lleva y trae chismes, ¿como se llama en canario? Y es evidente que si un chisme no es noticia el que la escribe no puede ser ni informador, ni comunicador, ni ninguna de las zarandajas esas de las que se reviste algunos de estos personajes fracasados en lo suyo y que quieren aparecer como "editores de información".

Es bueno y enriquecedor poner ejemplos prácticos de lo que estamos hablando. He leído en estos días crónicas y valoraciones de determinado encuentro entre un empresario de la comunicación y el presidente del Gobierno en un conocido restaurante tinerfeño. Días después, en esas mismas páginas se contaba el ambiente dicharachero de los comensales, de lo que hablaban, de los brindis y del buen rollito que se respiraba en aquella mesa. Y nada de esto había sucedido. Ni los personajes comieron juntos, e incluso uno de ellos lleva bastante tiempo sin aparecer por el lugar, ni hablaron de nadie en concreto, ni aquello había sido una sobremesa de tertulia empresarial-política. Lo más parecido a ello fue una comida del empresario con su gente para clausurar una sociedad que compartían una serie de gentes que nada tienen que ver con la política, al menos de momento. Pero el resto de los mortales no tendrá nunca una disculpa, ni una explicación, ni una rectificación. Nada de eso, se quedarán con idea de que hubo una comida...

Vamos con otro ejemplo. Un tal Almagro, polifacético comercial mediático, que escribe desde hace tiempo una sección sobre las gentes de los medios de comunicación que es un compendio de chismes, rumores y noticias -estas últimas recogidas en un corta y pega de otros sitios webs- y con eso se da un pisto de entendido en la materia que te cambas y eludiendo la línea que hay entre información y opinión.

He escrito un tal Almagro porque bien es cierto que tengo un conocido llamado Francisco Almagro pero, una de dos, o ha cambiado tanto en los últimos tiempos que no lo conozco o tiene doble cara y personalidad y ante uno se presenta de un modo y después actúa de otro. Creo que alberga en su fuero interno un buen poso de envidia y eso le lleva a ser poco de fiar en su comportamiento.

Este personaje en su columna semanal escribe lo que oye. De mí en concreto ha escrito no se cuántas veces y de todo, me ha colocado en tantos sitios que alguna vez tendrá que acertar, pero nunca, insisto, nunca me ha llamado para contrastar o para saber qué le podía decir de lo que él sabía o le habían contado. Este es otro de los que escribió de la famosa comida antes relatada y también desbarró en cuanto a los que estaban y lo que allí se habló -cosa que yo tampoco se, porque no estuve, pero si he llamado y hablado con algunos de los protagonistas- y termina su alucinación colocándome en no se qué proyecto.

Pero abundo más con este Almagro. Nunca ha escrito nada favorable a la Casa en la que aún trabajo, resalta como puede todo lo que encuentre por ahí de negativo y si puede ridiculiza nuestras iniciativas. Pero eso sí, luego viene a cortejarnos babosamente cuando quiere algo o cuando alguien de esta Casa -y lo han hecho- lo pone en su sitio mirándole a la cara. A este personaje le van totalmente las dos acepciones de la palabra culichiche. Porque lleva y trae chismes y bien que sabe adular a los que a él le interesan.

Hay más gentes en este retrato, predicadores de radio y televisión, columnistas quejicas de su destino, fracasados que ejercen su matonismo en digitales sin credibilidad y toda una prole que han confundido los términos y que desconocen que lo de periodista tiene una definición y unos códigos de comportamiento y de cumplimiento que ellos no acatan; bien porque ignoran lo que significa la ética de esta profesión o porque la rectitud no ayuda a sus espurios intereses. Creo que este oficio les viene muy grande y que ni de lejos van a conseguir llamarse informadores, por mucho que se empeñen en asustarnos con la difusión que tienen sus gruñidos.

miércoles, 4 de enero de 2012

Oraciones y plegarias de un descreído

El título de hoy podríamos dividirlo en oraciones (como obra de elocuencia, gramatical o ruego que se hace a Dios o los santos)  y las plegarias (como ruego con manifestaciones y demostraciones exageradas para que se conceda algo que se desea). Porque de eso estamos en estos días.

Por ejemplo. Las cifras del paro correspondiente al mes de diciembre y conocidas este martes ponen de manifiesto que los augurios se han quedado cortos, que todo lo que hemos oído de lo que se avecinaba es posible que hay sido el enunciado de una previsión que se torne en más negra aún.

Y ahora vienen las oraciones, enmarcadas en las excusas, las valoraciones, las declaraciones y hasta en los canutazos de todos los relacionados con este asunto ya sean profesionales de la economía o cargos políticos que desarrollan su labor en esa área. En Canarias tenemos 10.949 parados más que el año anterior, una cifra que empeora el balance del ejercicio anterior y que eleva la lista autonómica de desocupados a 265.569. Eso en un mes que tradicionalmente se incrementa el número de contratos en comercios para atender la demanda del consumo. Ni eso. A pesar de rozar el lleno en los hoteles durante la primera semana de diciembre, a pesar de tener una ocupación alta en las Navidades, a pesar de que en varios de los aeropuertos canarios no había ni un sólo coche de alquiler sin contrato, a pesar de que la esperanza de la llegada de Rajoy y los suyos hacía presagiar que los nubarrones se tornaban en luminoso amanecer.

Y para explicar lo que difícilmente tiene manera de ser entendido hemos oído de todo. Desde un presidente del Gobierno, el nuestro, que dice que aquí escapamos algo mejor, a tirarle de las orejas a los empresarios turísticos por racanear contratos de trabajo. Dice Paulino Rivero que hay que "fidelizar a quien viene y para eso hace falta un buen servicio, profesionalidad y el número de trabajadores adecuados para que ese servicio sea bueno porque eso querrá decir que en el futuro se estará garantizando que quien viene pueda repetir". Y en ese trance yo me imagino al probo trabajador de un hotel arrodillarse ante el huésped que se va y con las manos en posición mariana decirle al viajero "vuelva pronto, por favor, señor turista, que me va el empleo en ello, vuelva, no piense en otro destino. Sepa que si se va a otro sitio de vacaciones tendrá sobre su conciencia mi despido".

Luego están las otras valoraciones. La CEOE de Tenerife diciendo que "hay que recuperar la confianza, la financiación y el consumo en un marco de eficiencia". Qué bonito, que idílico. No hay confianza porque no hay dinero, o lo que es lo mismo, falta financiación porque hoy entras en un banco y no te dan ni conversación y todo eso lleva a una carencia en el consumo en el que te da lo mismo si el que te atiende lo hace con eficiencia o sin ella. Entre otras cosas porque no hay perras para hacer el consumo que se hacía antes.

Luego tenemos a la Cámara de Comercio pidiendo estímulo a la creación de empresas, cuando lo que está sucediendo es todo lo contrario, que todos los días cierran pequeñas, medianas y hasta grandes empresas. Un poco más adelante de su comunicado, que podrían repetir cada mes, hacen una apología del contrato único como si la solución al paro fuera la libertad en los despidos.

Y eso es todo lo que tenemos de reacciones. Nada nuevo bajo el sol. Ni una sóla idea que revolucione o encandile el porvenir. Nos entretienen con declaraciones pomposas, con frases hechas que quedan bien pero no dicen nada y que muchos de los que las pronuncian desconocen hasta su significado. Porque, ¿qué significa en un sitio como Canarias, con más de 265 mil desempleados, hablar de políticas activas de empleo?

Los únicos que han encontrado empleo en los últimos días son los del PP y más aún si son del núcleo duro de Soria y además de Las Palmas. El resto espera entregando curriculums para ver si dan el perfil en algunos de los puestos que quedan vacantes tras el triunfo electoral. Una familia de Las Palmas acumula más cargos gubernamentales que toda una provincia. En un arrebato de demagogia podríamos decir que hay muchas familias que tienen a todos sus miembros en paro, pero en una, sola en una, dos de sus miembros son altos cargos del Gobierno de la nación.

Insisto en que es un arrebato de demagogia y desde ahora mismo encargo una novena a San Soria, patrón de los nombramientos, para que me perdone por mis desvaríos y me ilumine por la senda del equilibrio y la paridad y no me deje caer en la tentación del pasotismo, de la bobería simplona o del tiralevismo, pecados estos a los que se han entregado algunos de mis compañeros en la búsqueda o esperanza de ver qué les puede tocar en ese reparto de puestitos oficiales.

Hago propósito de enmienda y espero el castigo por mis pecados de pensamiento y expresión, aunque esto no es nada comparado con la postura de ermitaño que de un tiempo a esta parte, casi desde que es vicepresidente del Gobierno, está viviendo José Miguel Pérez que según dicen sigue siendo el secretario general de los socialistas canarios, aunque no aparezca. Si buscan en Google verán que su última aparición pública fue el 22 de diciembre y habló para felicitar a Soria por su nombramiento "en lo personal". Y ya está. Ni hay valoraciones a lo del Bachillerato en tres cursos, recuerden que él es el consejero de Educación, ni a los recortes del día 29, ni a los manifiestos de las gentes de sus partidos, ni siquiera a felicitarnos las pascuas.

Así nos va. Por cierto, feliz año a todos, incluidos políticos, banqueros y bancarios y muchas gracias a los que me han dejado sus comentarios en este blog. A todos los tendré en cuenta y los incluiré en mis plegarias.