miércoles, 28 de marzo de 2012

La cobardía de los que hablan de Encarna

Los lenguines de Sálvame llevan tiempo destripando la figura de Encarna Sánchez, una comunicadora de los años 70 y 80 que murió en abril del 96 después de padecer un cáncer que la mantuvo apartada de los micrófonos y de la sociedad en los últimos meses de su vida. El dibujo que algunos de estos personajes hacen de Encarna lo realizan con la seguridad que la afectada no va a venir desde el otro mundo para contestarles ni para contrariarlos. Muchos de los que hablan de Encarna ni la conocieron y otros se aprovechan de su muerte para tresgiversar unas viviencas a su modo y manera.
Los que conocimos a Encarna, que primero fue de noche y luego de tarde, supimos y vivimos algunas de estas historias y para nada sorprendían. Tenía un equipo completamente de mujeres, se le conocían sus inclinaciones sexuales y se convivía sin ningún tipo de problemas. Su gran fama coincidió con su presencia en la cadena Cope, que por aquel entonces tenía una programación y unos valores mucho más arraigados en la Iglesia Católica de lo que hoy puede tener su ideario, ya que no en vano la presidía un obispo y la presencia e influencia de la Conferencia Episcopal era más notable. En su equipo todos conocimos a Pedro Pérez, "el hombre masa", que recorría la redacción moviendo sus más de cien kilos y procurando los contenidos necesarios para que Encarna siguiera poniendo su manera exclusiva de ver la realidad.
Encarna tenía sus cosas; siempre las veía desde su exigente punto de vista y concitaba odios y seguidores por igual. Su particular modo de ver las cosas le ocasionó más de un disgusto. Por ejemplo, haciendo el programa "Encarna de noche" en la emisora estatal "RadioCadena Española" le pilló la noche del 23F y el asalto de los guardias civiles al Congreso de los Diputados. Encarna hizo aquella noche su programa y de vez en cuando daba paso a la unidad móvil diciendo "vamos ahora a saber cómo sigue lo del Congreso que ustedes saben está tomado por guardias civiles. Claro el país va mal, todo va mal, alguien tiene que hacer algo..." Claro aquello le motivó un cese fulminante. Al día siguiente ya no hubo más Encarna. Se fue a Sudamérica y regresó al cabo del tiempo para trabajar en la Cope en dos facetas diferentes. Una de noche, bajo el mismo título y otra por la tarde como Directamente Encarna.
Siguió siendo ella. Azote de socialistas y gentes de izquierda y condescendiente con los de Alianza y demás especímenes de la fauna política de entonces. Le temían y nadie quería enemistarse con ella. Tenía mucho genio y no dejaba pasar ni una y por encima de todo reclamaba siempre su imagen. Como muestra un botón. No recuerdo qué año fue pero Santa Cruz me encargó que invitáramos a alguien de la Cope para ser jurado de la Gala de elección de la Reina del Carnaval y pensé que podría ser interesante traer a Alejo García, otro de esos monstruos salido de Radio Nacional y haciendo en la cadena de los obispos un programa en la que los oyentes entrevistaban a los personajes de la época a través de llamadas telefónicas, un formato que impuso él. Alejo fue el que dio la primicia de la legalización del Partido Comunista el viernes santo de 1977. Pues a lo que íbamos, invitamos a Alejo que siempre estaba presto a un viaje y a pasarlo bien; no puso ninguna objeción. Pero el destino hizo se regate y dos días antes de venir su señora madre se pone enferma y muere. Llama, lo explica y se disculpa. Por aquello de que el puesto no quedara vacía se me ocurrió llamar a Encarna creyendo que le haría ilusión venir al Carnaval de Santa Cruz. Incauto de mí. Aún recuerdo parte de aquella conversación desde un teléfono en la plaza de toros y la dureza de Encarna para decirme que ella no era segundo plato de ninguna mesa. Que si habían preferido a Alejo que se fastidiaran y que o se le invitaba a ella de entrada o no había forma y que qué me había creído yo para llamarla después de lo de Alejo aunque se tratara de la muerte de su madre. ¡Qué genio de tía!
Por supuesto que no vino y aunque luego hablamos en alguna ocasión de este incidente siempre me recriminó que no fuera ella la primera elección. Hace ya 16 años que la mujer murió, pero una serie de zánganos, venidos a menos y que tienen que buscar el enfrentamiento personal para subir la audiencia se empeña cada día en exhumar su recuerdo y vincularlo a pasajes escabrosos, a amenazas, a devaneos sexuales múltiples y a relaciones con folclóricas. Todo eso era conocido entonces, pero unos pocos viven de denunciarlo hoy.
Y todo lo hacen por el share, engordando un tema y conociendo que la susodicha no les va a poder llevar a los tribunales e incluso llamar mentirosa a más de una. De ahí el título de hoy.

domingo, 11 de marzo de 2012

Las angustias de hoy

Bueno prometo que no volverá a ocurrir esto de estar tanto tiempo sin escribir estos canutazos. Pero han pasado algunas cosas en este tiempo que me han impedido acudir a este rincón a desahogarme y a contar vivencias y pensamientos. Algunas cosas vale la pena contarlas, otras se quedan en esa zona cerebral en las que van y vienen, en las que aparecen cuando deseas dormir y te desvelan sin remisión. En fin, las cosas de la vida.
Todos coincidimos que no son buenos tiempos para el periodismo, para los que se dedican a la prosa o para los que queremos seguir viviendo de contar cosas.En este tiempo he tenido que ir a los juzgados a reclamar y allí he visto una sala que nunca aparece en los medios. Una sala de espera diáfana con rayas horinzontales en diversas tonalidades de grises que al poco tiempo de pasear arriba y abajo te marean y te trasponen. A primeras horas está llena de trabajadores nerviosos que esperan una solución a su despido, de abogados que repasan su defensa para esos despedidos o para el empresario que firmó las cartas en las que terminaba la relación laboral. También se encuentran algunos de esos empresarios. Y hay mucho desasosiego y ansiedad y frustación y sobre todo negros nubarrones de futuros inciertos.
La sala se va vaciando poco a poco. Hay acuerdos y vistas celebradas. Hay declaraciones y propuestas de entendimiento. Y a medida que eso se va produciendo se van. La mayoría a casa a explicar qué ha pasado. Otros a seguir con lo mismo, con lo de los despidos.
Lo que vi aquella larga mañana allí no lo he visto reflejado en ningún medio. Pero más difícil es relatar lo que uno siente mientras espera. ¿Qué pasará? ¿Porqué el acuerdo lo hablan los abogados y a uno se lo presentan en el último momento? ¿Tengo suerte porque en vez de llegar a un acuerdo para irme me proponen quedarme? ¿Porqué hemos tenido que llegar hasta aquí y no han reconocido todo esto en las conversaciones en la empresa?
En fin, fruto de aquel acuerdo hoy comienzo un tiempo de radio en la casa en la que hice eso mismo durante once años. De ser subdirector de una emisora ya líder con diez horas de programación propia y con un modelo de forma de hacer las cosas pasamos a una en la que solo haremos tres horas de programación y en la que el escaso personal tiene otras competencias.
Esta es la parte que vale la pena contar. La otra, la que no cuento, es la que me desvela. Pero se la pueden imaginar. ¿O no?