lunes, 1 de abril de 2013

Indignadamente callados, ¿hasta cuando?




La situación de precariedad en la que estamos viviendo se está llevando por delante planes y proyectos de miles de ciudadanos que nunca pensaron que podíamos llegar a esta situación que, para muchos de ellos, es límite y que propicia una desazón y desconcierto rayano en la depresión.

Nunca pensamos que los que nos gobiernan retrocedieran en aspectos de bienestar social. Pensábamos que iríamos a un mundo cada vez más feliz, con jubilaciones cada vez más jóvenes “para vivir la vida en plenitud” nos decían. O para “que las nuevas generaciones nos sustituyan en los puestos de trabajo y se regeneren las ideas y las formas de hacer las cosas”. Vanas ilusiones de una sociedad que, por lo visto, vivía engañada en un mundo de yuppies que ahora venimos a descubrir que era falso de toda falsedad.

Los nuevos señores que gobiernan esto nos dicen ahora que hay que jubilarse mucho más viejos, que hay que cotizar más y tener una pensión más baja y que incluso llegado el momento debemos trabajar por la mitad y el resto complementarlo con la pensión de jubilados. Se acabó el tener una tercera edad jubilosa, contenta, ávida de bailes geriátricos, viajes subvencionados o residencias de acogidas. Eso por lo visto no les gusta a los que ahora gobiernan, quizás porque son gentes con posibles que pueden pagar buenas residencias para sus mayores, o para sí mismos cuando les llegue el momento porque todo el mundo conoce los privilegios de la casta para con sus jubilaciones y lo de las cotizaciones.

El último Consejo de Ministros vino a dar la puntilla a los más mayores. Los que aún trabajan y los que estaban a punto de jubilarse. Se acabaron las prejubilaciones, pero no solo los de los 55 años, no también para los que lo hagan con 60 o siguientes. Nada de eso es posible a partir del 1 de abril. Se acabó todo ello y los que lo hagan lo harán porque sus empresas les pagan esas situaciones y si las compañías se desprenden de trabajadores para ahorrar costes ¿cómo se pueden permitir pagar a los que prejubilan? Habrá que trabajar hasta los 67 y ya veremos después, porque aún estudian una reforma profunda en las pensiones que harán en los meses siguientes. La excusa de todo esto es que así lo impone Europa. Y ellos agachan el lomo, se lo tragan y nos lo imponen. Y nosotros agachamos nuestros lomos y nos lo tragamos porque no nos queda remedio. Pero, ¿debe ser esto así? ¿Debemos seguir tragando esta quina que nos retrotrae a tiempos de señoritos, patrones, amos y caciques?

¿Qué hacemos tragándonos todas esas explicaciones de que Europa impone? ¿Qué hacemos mientras nos maltratan los que nos gobiernan? ¿Para qué queremos un Gobierno que se escuda en que todo lo malo son decisiones de dirigentes foráneos y que ellos son unos mandados? Si eso es así, no nos sirven. Aquí elegimos a unos políticos que nos decían que estaban seguros que arreglaban la difícil situación de finales del 2011. Ha pasado un año y medio y estamos peor. Todo se ha puesto en muy mala situación y no hay nadie que pueda decir que este o aquel servicio esté hoy mejor que hace 16 meses, por tanto ¿qué hacen los elegidos? Fundamentalmente explicarnos que empeoramos para mejorar algo dentro de unos meses, es decir, que si en algo encontramos  dentro de algún tiempo una leve mejoría les estaremos agradecidos y no recordaremos que fueron ellos los que lo estropearon.

Lo mismo hablo del Gobierno Central que del nuestro aquí en Canarias, dirigentes sobrepasados por las circunstancias que no saben qué hacer y que se limitan a justificar lo que hacen con explicaciones que en su base son una auténtica tomadura de pelo a la ciudadanía que cada día ver peor su provenir.

Mueren gentes en listas de espera sanitaria, otros por mal atendimiento, por decisiones de espera erróneas, aguantamos dolores e inconveniencias porque el sistema no admite más, -eso dicen los que organizan- pero ellos son operados en horas, hacen rehabilitaciones milagrosas y salen por la puerta declarando a los cientos de micrófonos que ya no les duele nada. Vamos casi a punto para irse de cacería a algún punto del planeta, lejos de miradas indiscretas y que impidan arrumacos y fantasías sexuales.

¿Hasta cuando dejaremos que pase esto? Hay gentes que están empezando a presionar a los políticos en las puertas de sus casas, en sus zaguanes, en el trayecto a sus oficinas o a donde vayan. Y ellos han procurado buscarse la protección necesaria para quitarse de encima esas “molestias” y poder hacer su vida. No saben lo que está pasando una buena parte de la ciudadanía, esa para la que teóricamente deberían trabajar, a la que tendrían que buscarle un bienestar acorde con los tiempos. Ellos dicen que nosotros vivíamos por encima de nuestras posibilidades y que la fiesta se ha acabado. Por eso estamos así. Pero, ¿y ellos? ¿Siguen viviendo por encima de las posibilidades? ¿Siguen de fiesta?  ¿Hasta cuándo será así? ¿Reaccionaremos?

domingo, 3 de marzo de 2013

No hay quien lidere

Retomo hoy estas reflexiones; este canutazo que aparece en algunos momentos y que en otros se eterniza en este lugar al que cada día quiero volver para decir algo, pero que la vorágine del día a día me impide. Y reflexiono en esta mañana de vigilia informativa a cuenta de las condiciones meteorológicas y sus posibles incidencias en la población. Y en esta espera, los acontecimientos nos van dibujando un panorama político/económico de difícil digestión para una población acuciada por los recortes y por unos gobiernos que solo saben quitar para cuadrar sus cuentas, que perdieron la vergüenza de incumplir sus promesas y que se agarran a excusas de dificil comprensión en las que insertan vocablos como déficit, herencia recibida, vivir por encima de nuestras posibilidades, credibilidad perdida en los mercados internacionales y una larga y prolija sarta de frases que se han aprendido los que viven de esta situación en la que los demás malvivimos.

Hoy no tenemos a quien agarrarnos. No hay líderes políticos, sindicales, económicos o espirituales. Se desmoronan instituciones, no tienen credibilidad los partidos políticos y los que los dirigen carecen de predicamento entre la ciudadanía. Los que gobiernan pierden credibilidad, pero los de la oposición no recogen nada. No hay nadie en el espectro político que ampare el sentir de las calles. Y así, de momento, no hay nada que nos entusiasme. No encontramos el amparo necesario ni en el movimiento 15M, ni en la izquierda, ni en la derecha, ni en el centro... Las instituciones que hasta ahora han garantizado un sistema de equilibrios políticos también han fallado y todos tenemos la sensación de que no hay nada limpio ni de entrega al servicio de los demás en los que se dicen respresentantes públicos.

La experiencia de Italia, con un resultado electoral tan fragmentado y con experiencias peligrosas como el del cómico Pepe Grillo, nos hacen ver la próxima convocatoria electoral con más miedos que con las esperanzas de que esto cambie. Pero a nivel nacional, canario, tinerfeño o de cualquier territorio de nuestra geografía. Por lo menos con los que conocemos.

Un Gobierno regional que se ve sobrepasado por los acontecimientos y la precariedad presupuestaria. Unos cabildos conducidos a la contemplación de servicios y haciendo cábalas sobre su papel y unos ayuntamientos que hoy pagan las canongías de un pasado en el que han primado criterios personales y particulares por encima de los vecinos a los que deberían atender mejor. Cada pacto municipal lleva a la nómina pública a unos concejales que se presentaron más por un contrato laboral que por un compromiso con los ciudadanos. Y así andamos. Desorientados, desprotegidos, despistados y desnortados. Y no se sabe por cuanto tiempo, aunque a la vista de algunas experiencias más nos vale que lo sigamos meditando, antes que tirarnos en los brazos de algún iluminado.

martes, 1 de enero de 2013

Palabra de Rey

Ya estamos en el 2013, ese que dicen los "gurús" económicos que será terrible, aún peor que el 2012 en el que la tasa de desempleo ha llegado en Canarias al 34 por ciento, que ha quintuplicado las cifras de desahucios, que ha traido pobreza para más de 150.000 canarios que han dejado de percibir sus prestaciones de desempleo y que ha generado una dinámica negativa que ha primado por encima de unas cifras positivas como han sido la del turismo.
Estamos viviendo unas fiestas diferentes, con mucha gente pasándolo mal y con otros que están llenos de incertidumbre y que contienen su gasto por no saber qué va a pasar.
Pero se han mantenido las tradiciones. Hemos felicitado, nos hemos deseado buenos propósitos para este año y confiamos en que los malos augurios no se cumplan. Nos agarramos a cualquier cosa que nos diga que puede haber mejoría.
Este año también hemos tenido mensaje navideño del Rey de España, que apareció en la televisión sentado en el quicio de un mesa de trabajo, es decir, hablaba como el que no quiere la cosa, que se apoya ahí como el que sido descubierto por una cámara en el momento en el que pasaba por alli. Un Rey que ha tenido que pedir perdón este año por irse a cazar elefantes mientras el resto de los mortales no sabe qué va a pasar con lo suyo, con una familia en la que alguno confundió lo de conseguidor con afanador y en la que la vida familiar ha sido un concepto de difícil asimilación dentro de los muros de La Zarzuela.
Decía el Rey en dus palabras que quería "reivindicar la política grande, esa que para destacar su dignidad y valor solemos llamar la política con mayúsculas. La que, desde el gobierno o desde la oposición, fija su atención en el interés general y en el bienestar de los ciudadanos. La que, lejos de provocar el enfrentamiento y desde el respeto a la diversidad, integra lo común para sumar fuerzas, no para dividirlas. La que sabe renunciar a una porción de lo suyo para ganar algo mayor y mejor para todos. La que busca el entendimiento y el acuerdo para encauzar y resolver los grandes y fundamentales desafíos colectivos. La que se cimenta en el espíritu de servicio y se acomoda a los principios de la ética personal y social. La que, en fin, es capaz de sacrificar la satisfacción del corto plazo, a menudo efímero, para ensanchar el horizonte de sus ambiciones".
Que bien suena. Son palabras grandilocuentes en un hombre de Estado. Pero no es un hombre cualquiera, es el Jefe del Estado, un Rey que reina pero no gobierna, el primero -aunque su papel sea el de árbitro- entre todos. Por tanto todo eso está bien que lo digamos nosotros, pero él tiene la obligación, al menos moral, de procurar que se cumplan. De hablar con Gobierno y oposición para que trabajen juntos y no sacrifiquen el corto plazo en discusiones partidistas, que dejen de hacer política en favor de la búsqueda de horizontes más amplios.
Pero hay otros pasajes más claros. Decía Don Juan Carlos I que "austeridad y crecimiento deben ser compatibles. Las renuncias de hoy han de garantizar el bienestar de mañana, en un plazo razonable de tiempo, de manera que se asegure la protección de los derechos sociales que son seña de identidad de nuestra sociedad desarrollada". Es como para decirle a su Majestad que no nos los diga a nosotros, que a quien debe repetirle hasta la saciedad ese concepto es a Mariano Rajoy y a sus ministros, todas las mañanas, tardes y noches que sean necesarias para que lo entiendan y lo acometan.
Y en concreto debe encerrarse con De Guindos y Montoro y repetirle la parte del mensaje en la que decía "pero no todo es economía. Por muy evidente que sea, no es malo repetirlo: no todo es economía. No ignoro que la política no vive hoy sus mejores horas en la percepción de los ciudadanos. Por esta razón yo quisiera esta noche reivindicar la política porque su papel es fundamental en la salida de la crisis". Eso lo sabíamos ya, los ciudadanos llevamos tiempo diciendo que en aras a las medidas económicas no están matando en todos los sentidos. Debe decírselo a ellos, a los que lo hacen todo bajo la excusa de la herencia recibida, de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, de que ya no teníamos más crédito en Europa, de que hay que cumplir el déficit.
Háblelo con los que mandan, Majestad, usted que puede, impóngase a esta forma de gobernar, comprométase a arreglar esto y si lo consigue podrá volver a cazar elefantes sin que nos moleste y sin que tenga que pedir perdón. 
Dar un discurso apoyado en el borde de una mesa de un despacho lujoso es fácil, lo realmente difícil es pasar de las palabras a los hechos. Para un Rey debería ser más posible que para el resto de los ciudadanos, porque su palabra es eso, la del Rey. Si se lo propone, claro.