La situación de precariedad en la que estamos viviendo se
está llevando por delante planes y proyectos de miles de ciudadanos que nunca
pensaron que podíamos llegar a esta situación que, para muchos de ellos, es
límite y que propicia una desazón y desconcierto rayano en la depresión.
Nunca pensamos que los que nos gobiernan retrocedieran en
aspectos de bienestar social. Pensábamos que iríamos a un mundo cada vez más
feliz, con jubilaciones cada vez más jóvenes “para vivir la vida en plenitud”
nos decían. O para “que las nuevas generaciones nos sustituyan en los puestos
de trabajo y se regeneren las ideas y las formas de hacer las cosas”. Vanas
ilusiones de una sociedad que, por lo visto, vivía engañada en un mundo de
yuppies que ahora venimos a descubrir que era falso de toda falsedad.
Los nuevos señores que gobiernan esto nos dicen ahora que
hay que jubilarse mucho más viejos, que hay que cotizar más y tener una pensión
más baja y que incluso llegado el momento debemos trabajar por la mitad y el
resto complementarlo con la pensión de jubilados. Se acabó el tener una tercera
edad jubilosa, contenta, ávida de bailes geriátricos, viajes subvencionados o
residencias de acogidas. Eso por lo visto no les gusta a los que ahora
gobiernan, quizás porque son gentes con posibles que pueden pagar buenas
residencias para sus mayores, o para sí mismos cuando les llegue el momento
porque todo el mundo conoce los privilegios de la casta para con sus
jubilaciones y lo de las cotizaciones.
El último Consejo de Ministros vino a dar la puntilla a los
más mayores. Los que aún trabajan y los que estaban a punto de jubilarse. Se
acabaron las prejubilaciones, pero no solo los de los 55 años, no también para
los que lo hagan con 60 o siguientes. Nada de eso es posible a partir del 1 de
abril. Se acabó todo ello y los que lo hagan lo harán porque sus empresas les
pagan esas situaciones y si las compañías se desprenden de trabajadores para
ahorrar costes ¿cómo se pueden permitir pagar a los que prejubilan? Habrá que
trabajar hasta los 67 y ya veremos después, porque aún estudian una reforma
profunda en las pensiones que harán en los meses siguientes. La excusa de todo
esto es que así lo impone Europa. Y ellos agachan el lomo, se lo tragan y nos
lo imponen. Y nosotros agachamos nuestros lomos y nos lo tragamos porque no nos
queda remedio. Pero, ¿debe ser esto así? ¿Debemos seguir tragando esta quina
que nos retrotrae a tiempos de señoritos, patrones, amos y caciques?
¿Qué hacemos tragándonos todas esas explicaciones de que
Europa impone? ¿Qué hacemos mientras nos maltratan los que nos gobiernan? ¿Para
qué queremos un Gobierno que se escuda en que todo lo malo son decisiones de
dirigentes foráneos y que ellos son unos mandados? Si eso es así, no nos
sirven. Aquí elegimos a unos políticos que nos decían que estaban seguros que
arreglaban la difícil situación de finales del 2011. Ha pasado un año y
medio y estamos peor. Todo se ha puesto en muy mala situación y no hay nadie
que pueda decir que este o aquel servicio esté hoy mejor que hace 16 meses, por
tanto ¿qué hacen los elegidos? Fundamentalmente explicarnos que empeoramos para
mejorar algo dentro de unos meses, es decir, que si en algo encontramos dentro de algún tiempo una leve mejoría les
estaremos agradecidos y no recordaremos que fueron ellos los que lo
estropearon.
Lo mismo hablo del Gobierno Central que del nuestro aquí en
Canarias, dirigentes sobrepasados por las circunstancias que no saben qué hacer
y que se limitan a justificar lo que hacen con explicaciones que en su base son
una auténtica tomadura de pelo a la ciudadanía que cada día ver peor su
provenir.
Mueren gentes en listas de espera sanitaria, otros por mal
atendimiento, por decisiones de espera erróneas, aguantamos dolores e
inconveniencias porque el sistema no admite más, -eso dicen los que organizan-
pero ellos son operados en horas, hacen rehabilitaciones milagrosas y salen por
la puerta declarando a los cientos de micrófonos que ya no les duele nada.
Vamos casi a punto para irse de cacería a algún punto del planeta, lejos de
miradas indiscretas y que impidan arrumacos y fantasías sexuales.
¿Hasta cuando dejaremos que pase esto? Hay gentes que están
empezando a presionar a los políticos en las puertas de sus casas, en sus zaguanes,
en el trayecto a sus oficinas o a donde vayan. Y ellos han procurado buscarse
la protección necesaria para quitarse de encima esas “molestias” y poder hacer
su vida. No saben lo que está pasando una buena parte de la ciudadanía, esa
para la que teóricamente deberían trabajar, a la que tendrían que buscarle un
bienestar acorde con los tiempos. Ellos dicen que nosotros vivíamos por encima
de nuestras posibilidades y que la fiesta se ha acabado. Por eso estamos así.
Pero, ¿y ellos? ¿Siguen viviendo por encima de las posibilidades? ¿Siguen de
fiesta? ¿Hasta cuándo será así? ¿Reaccionaremos?